«No es fácil proteger a los que quieres, como te podrás imaginar.

No quiero que sufras la misma tristeza que yo padecí».

Un día cuando era una cría, me encontraba jugando a buscar el tesoro de mi padre, ¡cuando me topé con un arma muy poderosa!

Jugueteando con este arma, presioné por error su gatillo, disparando un arpón.

Madre mía, justo en ese momento mi padre entró en la habitación. Qué oportuno, ¿verdad?

Sí, es un recuerdo en el que no me gusta mucho pensar.

Sea como fuera, el arpón atravesó el costado de mi padre...

Mi primer instinto fue abrazarle sollozando mientras él se encontraba cubierto de sangre.

Pero mi padre nunca me culpó por lo sucedido y simplemente intentó tranquilizarme mientras me decía lo siguiente.

«Si blandes un arma quiere decir que estás lista para hacer daño a los demás.

Si no quieres hacer daño a los demás, entonces no deberás blandir nunca un arma.

Ten por seguro que no podrás proteger a los que quieres de esta forma».

Era demasiado pequeña para entender estas palabras

porque era la protegida en vez de la que protege a los demás.

Estuve muy conmocionada por lo sucedido, había hecho daño a mi padre con mis propias manos.

Ocurrió lo mismo cuando me escape de nuestro hogar al cumplir los quince años.

¿Quiénes son las personas que quiero? ¿A quiénes quiero proteger? Nada de eso existía para mí.

Solo necesitaba protegerme a mí misma después de todo,

y por supuesto al tesoro que guardaba en mi barco.

Entonces un día, conocí a los granujillas

que cambiaron mi vida y mis valores de arriba a abajo.

Eran más ruidosos que las gaviotas de Oquilla, pero tenían agallas cuando les vi asaltar un barco mercante de los Cuervos.

Definitivamente podían ser mis enemigos... pero aun así no podía dejar de observarlos.

Cuando más adelante me encontré de nuevo con ellos, estaban discutiendo algunos desacuerdos con otra tripulación de piratas.

Así como los observaba, pude ver que estaban enfadados debido a que uno de los suyos había sido golpeado en esa disputa; pero incluso cuando sus enemigos les superaban en número, siguieron luchando... Eso me dejó desconcertada.

Cuando les habían dado una paliza que les dejó por los suelos, simplemente dijeron: «¡Ya veréis! ¡Os la vamos a devolver la próxima vez!» y dieron media vuelta.

Pensando en lo sucedido, eché anclas cerca de su base

y contemplé la luna mientras bebía una cerveza.

¿Por qué no podía dejar de pensar en ellos?

Sabía que eran unos perdedores, pero quizás lo que me fascinaba de ellos

era cómo luchaban por sus camaradas.

Solo podía preguntarme lo siguiente: ¿Lucharían por mí si fuera parte de su tripulación?

Al estar toda la noche despierta pensando en lo mismo, al final me decidí.

¡Serán mi tripulación!

Cuando se hizo de día, navegué hacia su base.

Mentiría si dijese que no estaba nerviosa,

ya que era la primera vez que intentaría convencer a alguien de unirse a mi tripulación.

Me mojé los labios y solté un grito.

«¡Camaradas, estoy subiendo a bordo!»

Estaba tan nerviosa que empujé su embarcación con mi barco sobre el resto de la isla en la que se encontraban...

Pero por suerte, les impresionó tanto mi llegada que se subieron a mi barco sin rechistar y me nombraron su capitana.

Jaja, eran tan entrañables como imaginaba desde un principio.

Incluso después de estar 10 años juntos, su amor y lealtad siguen siendo inmutables.

Este tipo de afecto incondicional es algo que mi padre nunca pudo darme.

Ahora entiendo esas palabras que escuché cuando era una niña.

Blandiré cualquier arma con tal de protegeros a todos.

Por supuesto, esto significa que estarán de mi lado, ¿verdad?

«¡Mi tripulación querida!

¡Seguid mi liderazgo y abrid fuego!».

¡Sin piedad!

Lanzas de forma espectacular la cuerda hacia el aire y das un salto envuelta en la niebla, blandiendo la patrakha hacia los enemigos.

Patrakha cegadora

Lanzas la cuerda hacia el sol, tapando con tu cuerpo la luz del sol por un segundo, para terminar disparando tu arpón. Los enemigos alcanzados por tan devastador ataque quedarán neutralizados por la niebla.

Embrujo del mar

Recoges el arpón tras lanzarlo para atraer a los enemigos hacia la espesa niebla.

Orden de capitana: ¡Abran fuego!

Alzas el arma hacia el aire y mandas a los Granujillas escurridizos abrir fuego.
Siguiendo estas órdenes, los Granujillas escurridizos lanzarán la masiva ancla de su embarcación al enemigo.