Hwadam, consejero nacional, solicitó audiencia ante el rey.

«El último día de este mes

no aparece ni en el calendario solar ni en el lunar.

Algo de lo que solo hemos oído hablar a través de las leyendas;

un día en el que, tanto el Rey de los Cielos
como el Rey del Inframundo, se sumirán en un letargo.
Un acontecimiento que solo pasa cada mil años:
ni el sol ni la luna iluminarán el cielo.
Ese día, debemos limpiar estas tierras de todos los males».
- Día dieciséis del segundo mes del año veinticinco del rey Yeongjong del año 3973 -

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Un día, un maestro del Do de la escuela Wudo le hizo a Hwadam una pregunta. 

«Hermanas gemelas que nacieron un día en el que no brillaron ni el sol ni la luna... 

Maestro de los ritos, ¿dónde encontró a esas niñas?» 

A lo que Hwadam guardó silencio por unos momentos antes de responder.

«Son mis hijas.

No vuelvas a hablar de ellas». 

Un día en el que las flores de ciruelo se mecían a la suave brisa de la primavera,
Hwadam les transmitió una valiosa enseñanza a las gemelas.
«Sentaos correctamente, cerrad los ojos, guardad silencio
y escuchad con atención los susurros de vuestro corazón».
Hyun, la hermana menor, cuya mente era tan clara y límpida
como el reflejo de un espejo y las tranquilas aguas,
llegó a la iluminación y descubrió el significado del Do (道). 
Mientras que Eun, la hermana mayor, no conseguía concentrarse

y no pudo proseguir con el estudio del Do.

Un cálido día de verano en el que las orquídeas florecían tímidamente, 

un practicante del Do, conocido de Hwadam, se dirigió a la hermana menor.

«Eres como una inmensa vasija que puede albergarlo todo»,

dijo con admiración.

Luego, miró a la hermana mayor.

«Y tú tienes un aura que atraería muchos espíritus»,

expresó con fascinación.

«Ésta se parece a su hermana físicamente, pero solo es una vasija agrietada.

Probablemente deambularía como un zorro perdido entre las flores».

Ante sus palabras, la hermana mayor se levantó abruptamente.

«¿Espíritus? ¡Menuda chorrada!»

La reacción de la mayor molestó al invitado de Hwadam, que tuvo que ir a calmarlo.

Un lluvioso día de otoño en el que caían los pétalos de los crisantemos,

un practicante del Do solicitó urgentemente audiencia con Hwadam.

«Eun, la mayor, ha abandonado la escuela Wudo»,

Edijo con apremio.
Hwadam apartó con delicadeza una mariposa tigre
que se había posado en su hombro y preguntó:

«¿Cómo ha podido ocurrir algo así?»

El enviado de la escuela Wudo sacudió la cabeza y respondió.

«Tuvieron una discusión y se pelearon.

Hyun tiene heridas leves y la están atendiendo».

Mientras Eun se marchaba del lugar, la hermana menor miró a su hermana y dijo:

«Solo existe un camino hacia el Do (道)».

Sin embargo, este mensaje no llegó a oídos de Hwadam.

Un frío día de invierno en el que la nieve se posaba delicadamente

sobre el bosque de bambú, un sabio de la isla Yuldo, Gildong,
se preocupaba por Eun.

«Cuando salga la luna, no volverás a ser la misma.

¿Estás segura de esto?»,

le preguntó.

En respuesta, acarició con cariño el espíritu del zorro a su lado, dibujó una mariposa en la nieve con su amuleto florido y respondió.

«Si me preocupara el precio a pagar en el otro mundo,

jamás hubiese pisado la escuela Jwado.

Ser una maegu es el destino que me depara el Do (道)».