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Notas de GM 02 ago. 2023, 17:40 (UTC) Viaje visual al Palacio del Mar
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Cuentos del Palacio del Mar:
Simchung, la liebre y la tortuga


 

❖ El primer cuento ❖
La liebre y la tortuga


Érase una vez una liebre y una tortuga.


La liebre era rápida corriendo, así que siempre se reía de la tortuga por ser lenta.

Un día, cómo de costumbre, la liebre provocó a la tortuga que estaba caminando lentamente.

A lo que la tortuga respondió:

«Hagamos una carrera hasta la montaña. Eres rápida, pero te ganaré esta vez».

Muchos animales fueron expectantes a ver la carrera y esta comenzó cómo se había planeado.

La liebre corrió con todas sus fuerzas y en un instante casi llegó a la cima de la montaña.


Esta podía ver desde la distancia a la lenta tortuga, así que decidió relajarse y echarse una siestecilla.

Sin embargo, la persistente tortuga adelantó a la liebre mientras estaba durmiendo.

La liebre se despertó y descubrió que la tortuga le había adelantado, por lo que decidió darse prisa para llegar a la meta, pero lamentablemente ya era demasiado tarde.


❖ El segundo cuento ❖
El cuento de Simchung


Había una vez un hombre ciego y su hija llamada Simchung, quién era amable y trabajadora.


Un día, Simchung se demoró en llegar a casa, así que su padre se preocupó y decidió salir a buscar a su hija, con la mala suerte de acabar cayendo en un río mientras cruzaba un puente.

Un monje que pasaba cerca, ayudó al hombre ciego a salir del río y le dijo:
«Si haces una ofrenda de trescientos sacos de arroz de buda, podrás volver a ver».
Entonces el padre prometió al monje que realizaría dicha ofrenda para poder recuperar la vista.


Cuando volvió a casa, se dio cuenta que no tenía suficiente dinero para comprar el arroz y se arrepintió de aceptar la oferta con el monje.
Después de que la hija del hombre ciego se enterará del pacto con el monje,
decidió hacer todo lo posible por ayudar a su padre.


Entonces, un día, un grupo de marineros llegaron al pueblo y dijeron lo siguiente:
«Necesitamos una ofrenda humana para el Rey Dragón. Daremos lo que sea a cambio».
Al oír esto, Simchung se ofreció y pidió a cambio trescientos sacos de arroz.


El día que los marineros partieron, Simchung se despidió de su padre,
pero él no tenía ni idea de que su hija iba a ser una ofrenda para el Rey Dragón.


Cuando el barco llegó a su destino, Simchung saltó al mar, rezando para que su padre pudiera recuperar la vista.

Cuando Simchung abrió los ojos en el fondo del mar, pudo ver una impresionante vista del Palacio del Mar.
El Rey Dragón estuvo conmovido por la historia de la chica y por el amor que profesaba a su padre, así que decidió enviarla de nuevo a su hogar en una flor de loto gigante.


De repente, apareció una flor de loto gigante en la costa del pueblo,
y los marineros que la encontraron decidieron ofrecérsela al rey de la región.
Cuando el rey tocó la flor, esta floreció revelando a la bella Simchung.


Simchung se casó con el rey y vivieron aparentemente felices, pero Simchung lloraba cada día preocupada por su padre. El rey decidió entonces realizar un banquete para el padre ciego.

Al principio parecía que el padre de Simchung no asistió al banquete, pero finalmente apareció casi al terminar el evento. Cuando el padre escuchó la voz de Simchung, sus ojos recuperaron la vista milagrosamente, y los dos se abrazaron en lágrimas.
Entonces Simchung llevó a su padre al palacio y finalmente pudieron vivir felices para simpre.

 

 
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